Comparto desde el libro "LA LAY DEL AMOR" de Dr. Vicent Guillem del autor de los libros "Las Leyes Espirituales" y "La Ley del Amor".
Su página oficial es aquí.
P87-89
LAS RELACIONES CON LA INFANCIA A LA LUZ DE LA LEY DEL AMOR
¿Pero hay algo de malo en desear que los hijos estudien, para
que cuando sean mayores tengan un medio con el que ganarse
la vida?
No hay nada de malo en desear que los hijos estudien. Pero no
se debe utilizar esto como argumento para quererles más o
menos.
Si sólo se les valora si son inteligentes y buenos estudiantes los
niños pueden tener problemas con su autoestima y además
sentirse excesivamente presionados con los estudios. A los hijos
hay que amarlos incondicionalmente tal y conforme son y
atenderlos emocionalmente para que puedan ser felices.
A veces también ocurre que el adulto pretende que el niño se
amolde a unas reglas que son absurdas, ya que limitan
enormemente su libertad y espontaneidad y entonces el niño se
rebela contra esas normas que considera injustas. Es absurdo
pedirle a un niño que no juegue o se esté quieto
permanentemente. Como son injustas es imposible sostenerlas
mediante el razonamiento, por lo que algunos padres recurren a
la imposición y a la coacción.
¿Entonces hay que permitir que los hijos hagan todo lo que
quieran, aunque lo que quieran sea pernicioso para ellos mismos
o para los demás?
Todo no. Utilizad el sentido común. Cada cosa a su debido
tiempo. La libertad y responsabilidad del niño debe ir
aumentando a medida que se va haciendo mayor y va
adquiriendo mayores capacidades. Cuando el niño es pequeño
no es consciente de muchos de los peligros, no se le puede dejar
solo en la calle sin supervisión, pues puede cometer
imprudencias como cruzar la calle sin mirar. Hay que ir
enseñándole progresivamente lo que es peligroso para él y lo
que lo es para los demás. Hay que enseñarle a que respete a los
otros niños, a que no pegue, no insulte, a que asuma las
responsabilidades propias de su edad, como hacer los deberes,
recoger sus juguetes cuando termine de jugar, etc. Ni más ni
menos de lo que un niño puede asumir en función de su edad, siempre intentando ser con él respetuoso, comprensivo, cariñoso
y paciente, y respetando su libertad y su sensibilidad.
¿Pero dónde está el límite? Por ejemplo, si el niño no quiere ir al
colegio, o hacer los deberes, ¿hay que obligarle o dejarle estar?
Utilizad vuestro sentido común. En vez de intentar obligarles por
la fuerza a hacer las cosas, conversad con ellos, habladles de la
importancia que tiene el aprendizaje, estimuladles, compartid
con ellos el momento de hacer los deberes, hacédselo divertido
y ameno y veréis que el niño responde mucho mejor que si se le
impone por la fuerza.
¿Y cómo podemos hacer para que el niño aprenda aquello que
le es necesario pero que a la vez es aburrido o tedioso?
Haced que sea divertido y compartid ese momento con él, que
se sienta atendido y apoyado en lo que está haciendo, pues
esto le estimula a seguir. Ya hemos dicho que los niños se
divierten jugando y a través del juego se les pueden enseñar
muchas cosas sin que les resulte tedioso, y así será él mismo el
que desee aprender porque le será divertido el aprendizaje.
¿Cómo debe ser la educación en casa, en la familia?
Dedicad tiempo a estar con vuestros hijos, a jugar con ellos, a
dialogar sobre sus cosas, sobre sus problemas y preocupaciones.
Estad siempre abiertos a responder a sus preguntas. Pensad que
ellos están descubriendo el mundo y que para aprender
necesitan preguntarlo todo, aunque a vosotros os pueda
parecer obvio, para ellos no lo es y si observan que os burláis se
reprimirán. Tened mucha paciencia con ellos. Permitidles el
juego siempre que se pueda porque para el niño el jugar es su
vida y si se le impide jugar se le hace mucho daño. Demostradles
continuamente vuestros sentimientos de forma expresiva, con
palabras, con besos, caricias y abrazos. Permitidles que
desarrollen su personalidad con libertad, no les impongáis la que
a vosotros os gustaría que tuvieran. Amadlos tal y conforme son y
ayudadles a que vayan puliendo poco a poco su egoísmo y a
que desarrollen su sensibilidad y afectividad sin cortapisas. No permitáis que vuestros problemas y preocupaciones de adultos,
que nada tienen que ver con ellos, interfieran en su vida
¿Pero no hay veces que si se es demasiado benevolente con el
niño éste se vuelve exigente y caprichoso y utiliza el pataleo y la
rabieta para salirse con la suya? ¿Qué se puede hacer en estos
casos?
Es cierto que hay padres que permiten que los niños hagan hasta
aquello que es peligroso para ellos y acceden a todos su
caprichos, por dejadez, por debilidad de carácter o por no
escuchar más la queja del niño, y esto hace que el niño se
vuelva exigente y caprichoso y que utilice su astucia para
doblegar la voluntad de los padres. En esos casos actuad con
firmeza, no cedáis al chantaje que el niño intenta hacer pero no
respondáis nunca con violencia ni agresividad. Cuando actúe
de forma déspota es cuando menos caso hay que hacerle. Si él
observa que cuando actúa de esa manera se le ignora y no
consigue nada de lo que exige se cansará con el tiempo.
Ayudadle a que tome conciencia de sus propias actitudes
egoístas mediante el diálogo y la reflexión.
¿Alguna recomendación a los futuros padres?
Sí, que procuren concebir a sus hijos con amor, para que estos
vengan al mundo con la seguridad de que van a ser amados,
atendidos en todos los aspectos de su vida, sobretodo en el
emocional. Os aseguro que si los niños que vienen al mundo
fueran concebidos con amor el sufrimiento del mundo disminuiría
enormemente.
Continuará...
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Y el itinerario de la charla está en su página oficial.
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